A fines del siglo XX se viene presentando una
revolución en biología que no tiene precedentes en la historia. Los
descubrimientos sobre el funcionamiento del cerebro avanzan a tal ritmo, que
cada día se percibe más su impacto social.
El estudio a lo largo de
la historia se han evidenciado hallazgos de distintas culturas que han logrado
establecer puntos importantes sobre el cerebro y la Neurociencia. Ya desde 2000 años antes Cristo, se presentaban
en los papiros de los Egipcios, el conocimiento relacionado a las cirugías en un daño del
encéfalo provocando la parálisis de extremidades al lado opuesto del cerebro, hoy día conocido con el nombre de Edwin Smith Surgical Papyrus, considerado el registro más
antiguo a nivel craneal.
Posteriormente, existen antecedentes
históricos que en la época renacentistas señala Goswami (2004), Leonardo Da
Vinci se destacó dentro de la rama de la anatomía y neuroanatomía, debiéndole
esta figura los trazos más importantes sobre la anatomía humana, los cuales hoy
siguen teniendo un lugar invaluable.
Igual
importancia adquiere, indica el autor mencionado anteriormente, las
investigaciones de Paul Broca a mediados
del siglo XIX al observar los transtornos del habla producidos en los pacientes
con lesiones cerebrales en el hemisferio izquierdo, confirmada en 1874 en las
pruebas científicas llevadas a cabo por Carl Wernicke, y detectó que el hemisferio izquierdo era superior y diferente
al derecho, dando lugar a la teoría de la dominancia cerebral. Teniendo en cuenta estos estudios se inician
estudios del cerebro, en los centros de Broca y Wernicke, especialmente entre
las áreas sensoriales y motoras.
Paulatinamente, se descubrió que un número de
aproximadamente 100 billones de neuronas, cada una con conexiones masivas a
otras neuronas. Sin embargo, no es hasta
el año 1960 que un grupo de científicos adjudican a este estudio el
término neurociencia, el cual fue
expandido por todo el mundo rápidamente. Para el año 1970 se funda la Sociedad
para la Neurociencia, se hizo evidente
décadas después la incorporación de equipos electrónicos y digitales de alta tecnología para estudiar el cerebro y
para analizar la conducta humana.
Para estos efectos, el interés científico
sobre el movimiento del aprendizaje basado en el cerebro (Brain-based learning), se presenta en alza, al que Jensen (1995) establece en relación con el
proceso educativo a través del insumo de investigaciones relacionadas al
sistema nervioso humano y al modelo animal.
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